martes, 6 de julio de 2010

Gog de Giovanni Papini

Portada del libro de GOG (detalle). Editorial Apolo.
GOG
Las obras maestras de la literatura
Cuba, 7 noviembre
Tenía necesidad, para ciertos propósitos míos, de conocer lo que los profesores de los colléges llaman las «obras maestras de la literatura». Di a un laureado bibliotecario, que me aseguraron que era un conocedor perfecto de ellas, la orden de prepararme una lista, lo más restringida posible, de obras, y de procurármelas en las mejores condiciones. Apenas me hallé en posesión de estos tesoros, no permití la entrada a nadie, y ya no me levanté de la cama.
Las primeras se me antojaron malas y me pareció increíble que tales humbugs fuesen verdaderamente los productos de primera calidad del espíritu humano. Aquello que no comprendía me parecía inútil; lo que comprendía no me gustaba o me ofendía. Género absurdo, aburrido; tal vez insignificante o nauseabundo. Relatos que si eran verdaderos me parecían inverosímiles, y si inventados, insulsos. Escribí a un profesor célebre de la Universidad de W. para preguntarle si aquella lista estaba bien hecha. Me contestó que sí y me dio algunas indicaciones. Tuve valor para leer aquellos libros, todos, menos tres o cuatro que no pude soportar desde las primeras páginas.
Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida; el viaje de un vivo en el embudo de los muertos como pretexto para hablar mal de los muertos y de los vivos; un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas; un guerrero que pierde la razón por una mujer y se divierte en desbarbar las encinas de las selvas; un villano cuyo padre ha sido asesinado y que, para vengarle, hace morir a una muchacha que le ama y a otros variados personajes; un diablo cojo que levanta los tejados de todas las casas para exhibir sus vergüenzas; las aventuras de un hombre de mediana estatura que hace el gigante entre los pigmeos y el enano entre los gigantes, siempre de un modo inoportuno y ridículo; la odisea de un idiota que a través de una serie de bufas desventuras sostiene que este mundo es el mejor de los mundos posibles; las peripecias de un profesor demoníaco servido por un demonio profesional; la aburrida historia de una adúltera provinciana que se fastidia y, al fin, se envenena; las salidas locuaces e incomprensibles de un profeta acompañado de un águila y de una serpiente; un joven pobre y febril que asesina a una vieja, y luego, imbécil, no sabe siquiera aprovecharse de la coartada y acaba cayendo en manos de la Policía.
Me pareció comprender, con mi cabeza virgen, que esa literatura tan alabada se hallaba apenas en la edad de la piedra, lo que me dejó desesperadamente desilusionado. Escribí a un especialista en poesía, el cual intentó confundirme diciéndome que aquellas obras valían por el estilo, la forma, el lenguaje, las imágenes y los pensamientos y que un espíritu educado podía experimentar con ellas grandísimas satisfacciones. Le contestó que, por mi parte, obligado a leer casi todos aquellos libros en traducciones, la forma importaba poco, y que el contenido me parecía, como es, anticuado, insensato, estúpido y extravagante. Gasté cien dólares en esta consulta, sin ningún fruto.
Por fortuna conocí más tarde a algunos escritores jóvenes que confirmaron mi juicio sobre aquellas viejas obras y me hicieron leer sus libros, donde encontré, entre muchas cosas turbias, un alimento más adecuado a mis gustos. Me ha quedado, sin embargo, la duda de que la literatura sea tal vez incapaz de perfeccionamientos decisivos. Es muy probable que nadie, dentro de un siglo, se dedique a una industria tan atrasada y poco remuneradora.
GOG
(Traducción y prólogo de Mario Verdaguer)

Giovanni Papini

¿Por qué leer Gog? ¡No lo sé!
Tengo en mis manos una edición de GOG, del año 1931, de la Editorial Apolo de Barcelona, con traducción y prólogo de Mario Verdaguer, en el cual atempera y previene del impacto perturbador que puede causar su lectura en el lector o la lectora desprevenidos.
El libro que tengo en mis manos, ha sido leído en los Mares del Sur, a bordo de un buque de carga, por un Jefe de Máquinas. Ha viajado bastante.
¿Qué aporta Gog al escritor o escritora, al trazado de su estilo? Gog está compuesto por 70 textos breves y un preámbulo: "Cómo conocí a Gog". Cada uno de estos textos, es como una entrada de blog, similar a la bitácora personal de muchos de los que hoy escriben, con "estilo blog". Eso sí, con "estilo Papini". Cada texto es lo que los franceses consideran un "récit minimal", un relato mínimo, "algo" que tiene una porción de historia, que puede caber incluso en una sola frase. Un libro de características narratológicas parecidas es "Uno y el Universo" de Sábato. Ni que decir tiene que todo lo que se desarrolla en capítulos, desde la "Odisea" hasta hoy, tiene la virtud de convertirse en "peldaños", yendo de menos a más y de más a menos, "subiendo" y "bajando" al lector, por escaleras y rellanos.
Gog es una novela, una "novela cuántica", hay que darle un nombre apropiado, para animar a su lectura. Hoy en día, leerla en público en un café literario, daría vergüenza o sería considerado un fallido acto esnobista, no así en la playa, sobre la toalla y rodeado de menestrales donde la lectura de Gog reconforta, a cualquiera con curiosidad literaria.
Papini escribe muy bien.
"Sin duda, una revisión adecuada de esta obra singular que es Gog resulta de enorme interés y de no menor regocijo para la inteligencia despierta, por cuanto el relato asume desde la ironía más acerba: la inteligencia despiadada que no se atiene a consuelos; que no gusta de calmantes ni busca el bálsamo de la piedad. Estructuralmente, Gog se divide en más de setenta capítulos, breves y sintéticos, que cabrían desglosarse en idéntico número de extensas novelas, dada la enorme riqueza y concentración mental que contienen en su seno: una imaginación torrencial y un lenguaje pulcro y siniestramente preciso. La riqueza de pensamientos, el caudal imaginativo es de tal calibre que los distintos capítulos de Gog darían pie para toda una enciclopedia sobre la reconstrucción de los valores de la edad contemporánea. No menos variada y heterogénea resulta la constelación temática del libro, que abarca desde la revisión del judaísmo hasta la inversión de todo tipo de teorías en el ámbito de la medicina, los emporios comerciales y la economía plutócrata, la teoría literaria, la religión, la mineralogía, el derecho, la sinología o la ideación de urbes futuristas o de colecciones imposibles, como la que consigue compilar el magnate Gog compuesta de verdaderos gigantes o de fortalezas marinas. Todo ello saturado de una evidente dosis de lo que el tiempo habría de denominar “teoría deconstruccionista”, ya que Papini se permite revisar los postulados de nuestro pensamiento logocéntrico y los condicionamientos de la historia universal para mostrar sus resquicios, sus intersticios y sus puntos más débiles".
EL ROSTRO AGUDO Y NIHILISTA DE PAPINI:GOG
Vicente Cervera Salinas
Merece la pena leer Gog de Papini, yo lo releeré este verano, a salto de mata, pues el libro lo permite sin ningún problema para los desmemoriados. Borges dijo de Papini:
"Si alguien en este siglo es equiparable al egipcio Proteo, ese alguien es Giovanni Papini".
Que quiso decir Borges con esta frase, veamos lo que nos dicen de Proteo en esklepsis:
"Proteo es un mítico rey de Faros, una pequeña isla junto al Delta del Nilo, que sin embargo contaba con el mayor puerto de la Europa de la Edad de Bronce. Mítico no significa necesariamente imaginario.
Era tan sabio que conocía la respuesta a cualquier pregunta. Pero también era muy testarudo y se negaba a compartir su sabiduría. La única manera de conseguir su colaboración era atraparle y no soltarle hasta que diese la respuesta pedida. Lamentablemente, esa no era tarea fácil, pues Proteo tenía el poder asombroso de cambiar de forma continuamente".
El Diccionario de la Real Academia Española, define "proteico", cómo lo "que cambia de formas o de ideas". Borges definió perfectamente a Papini, al hombre y al escritor.
25+1 Catas de Gog

Cómo conocí a Gog
Me avergüenza decir dónde conocí a Gog; en un manicomio particular.
Las obras maestras de la literatura
Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida
Músicos
«Para marchar yo solo por la tierra no hay fuerzas en mi alma...»
Visita a Ford
-Usted sabe -me ha dicho- que no se trata de desarrollar una industria, sino de realizar un vasto experimento intelectual y político. Nadie ha comprendido bien los místicos principios de mi actividad. Sin embargo, no pueden ser más sencillos: se reducen al Menos Cuatro y al Más Cuatro y a sus relaciones. El Menos Cuatro son: disminución proporcional de los operarios; disminución del tiempo para la fabricación de cada unidad vendible; disminución de «tipos» de los objetos fabricados; y, finalmente, disminución progresiva de los precios de venta.
El Más Cuatro, relacionado íntimamente con el Menos Cuatro, son: aumento de las máquinas de los aparatos, con objeto de reducir la mano de obra; aumento indefinido de la producción diaria y anual; aumento de la perfección mecánica de los productos; aumento de los jornales y de los sueldos.
El milagro a domicilio
Baba Bharad quiso repetir ante mí el conocido prodigio de la simiente de mangostán que, sembrada y regada, después de una hora se transforma en una planta con frutos. Pero no me fue difícil, con la ayuda de una pala, demostrarle que conocía el misterio, es decir, que en el terreno había sido colocada con anterioridad, sobre un redondel de corcho, la plantita de mangostán, que el agua había levantado en el momento oportuno.
Narración de la isla
-La singularidad de esta isla -me contaba Pat Cairness- no se halla en su aspecto, que es muy parecido al de las demás islas del Pacífico, ni en sus habitantes, que han conservado las costumbres y tradiciones de su raza. Está en esto: los jefes han reconocido hace mucho tiempo que la isla no puede alimentar más que a un número fijo de habitantes. Este número es precisamente de setecientos setenta. Gran parte del suelo, montuoso, es estéril, y en el mar no hay mucha pesca. De fuera no puede llegar nada porque nadie, después de ellos, ha desembarcado en la isla, y los sucesores de los primeros inmigrantes han olvidado el arte de construir grandes embarcaciones. Por esta razón la asamblea de jefes promulgó en tiempo inmemorial una extrañísima ley: la de que a cada nuevo nacimiento debe seguir una muerte, de manera que el número de los habitantes no rebase nunca el de setecientos setenta. Es una ley, según creo, única en el mundo y que hace observar con toda severidad el Consejo de los ancianos, compuesto de brujos y guerreros. Como en todos los países del mundo, los nacimientos superan a las muertes naturales, por lo que todos los años diez o veinte de esos infelices segregados del mundo deben ser muertos en la tribu. El espanto del hambre ha hecho inventar a los oligarcas papúes un sistema estadístico muy burdo, pero preciso. Una vez al año, en primavera, se reúne la asamblea y se lee la lista de los nacidos y de los muertos. Si son, por ejemplo, veinte los nacidos y ocho los muertos, es necesario que doce vivientes sean sacrificados para la salvación de la comunidad. Durante un cierto tiempo, según me dijeron, tocaba a los ancianos el morir; pero como el Consejo de los Jefes está formado en su mayoría de ancianos, éstos se las arreglaron de manera, recurriendo a no sé qué astucias, que se confiase a la suerte la cuestión de diezmar la tribu. Cada habitante posee una tablilla donde se halla inscrito, por medio de un dibujo o de un jeroglífico, su nombre. Llegado el día terrible, esas tarjetas de los vivos son reunidas en el casco de una barca enterrada ante la tienda del Consejo y revueltas cuidadosamente con un remo por el hechicero más viejo. Luego se suelta un perro, adiestrado para este fin, el cual se mete en la barca, agarra con los dientes una de las tablillas, la entrega al brujo y repite la operación todas las veces que sea necesario. A los designados se les conceden tres días para despedirse de la familia y para suprimirse de la manera que les sea más agradable. Si después de tres días hay alguno que no ha tenido valor para suicidarse, es capturado por cuatro hombres elegidos entre los más robustos, encerrado en un saco de piel junto con algunas piedras, y arrojado al mar.
La «FOM»
Y entonces es cuando interviene la "Fom". Ésta se propone acelerar racionalmente la desaparición de los que sean menos dignos de vivir. La nuestra podría llamarse -en su primera fase- la Liga para la eutanasia inadvertida.
La ciudad abandonada
De pronto se levantó ante nosotros, a una media milla, una larga sombra alta, maciza, rectilínea.
Visita a Gandhi
-Sus ideas nos han cambiado, es decir, "desindianizado", y entonces, convertidos en discípulos de nuestros amos, ha nacido el deseo de no querer ya más amos.
Siao-Sin
«Después de una espera que no rebasa los cuarenta minutos, usted ve en su habitación una especie de nube que puede ser de un amarillo intenso o de un color amaranto. Y, poco a poco, de aquella mancha nebulosa se destaca la figura de aquel o de aquella a quien deseaba ver, con su misma fisonomía, solamente un poco más fluida que si fuese de carne y hueso. No se extrañe si tiene el aspecto un poco trasnochado. Pregúntele sin perder tiempo; no la toque. Sería atroz para usted y para aquella o aquel a quien ama. La visión no puede durar más que pocos minutos, la verá resorberse en la mancha aérea y desaparecer. Estoy buscando la manera de obtener una permanencia más larga y no desespero de encontrarla».
Las máscaras
¿Por qué el hombre cubre las partes de su cuerpo, incluso las manos (guantes), y deja desnuda la más importante, la cara? Si ocultamos todos los miembros por pudor o vergüenza, ¿por qué no esconder la cara, que es indudablemente la parte menos bella y perfecta?
Profundidad china
Pekín, 28 marzo
He leído en un libro chino algunos pensamientos tan bellos, justos y profundos, que quiero transcribirlos aquí para tenerlos más a mano.
La historia al revés
El profesor Killaloe -con el cual he tenido una larga conversación en el hotel después del lunch-es un irlandés de unos sesenta años, pero lleno de vida. Alto como un patagón, discutidor como un diablo, docto como la Encyclopaedia Britannica, delgado como un cenobita. No sé lo que enseña, ni dónde, pero habla de todo con seguridad y sin farfullar aquellos lugares comunes que son el pasto ordinario de los profesores.
Thormón el soteriólogo
«Hace veinte años que me vengo dedicando a la investigación del secreto para la retrocesión del animal en hombre. Los antiguos no nos han dejado solamente el recuerdo de la metamorfosis de un hombre en bestia, sino también de bestias en hombres. Desgraciadamente, no insistieron sobre los métodos usados para obtener esta transformación. únicamente Homero y Apuleyo proporcionan algunos datos, pero nada más que datos. Circe, en la Odisea, unge a los compañeros de Ulises con un bálsamo, a fin de que se conviertan de cerdos en griegos; y el asno de Apuleyo se convierte en hombre después de haber comido un ramo de rosas».
El caníbal arrepentido
A mí, que detesto a los hombres en general, el sencillo aspecto de un antropófago me hace el efecto de un tónico.
Novísimas ciudades
«¿Imagina usted un poeta moderno que quiera introducir un verso suyo en medio de un canto de la Ilíada, o una escena de su invención a la mitad de un acto de Shakespeare? Y, sin embargo, lo que se pide a los arquitectos modernos, y que éstos bellacamente realizan, es un absurdo de ese género».
El trust de los fantasmas
«Los hechos llamados espiritistas existen, pero nadie hasta ahora ha pensado en explotarlos, quiero decir, en aplicarlos a las necesidades de la vida práctica. Se trata, en pocas palabras, de introducir en la industria el ocultismo».
Las ideas de Benrubi
«Deseo secretario poliglota, filósofo, célibe, paciente, nómada. Presentarse hasta el 20 de julio, "Hotel Mon Repos", a las diez de la noche».
Proceso a los inocentes
Hace tres semanas destrocé, con mi «Packard», a una vieja, y como sus parientes pretendían una indemnización impúdicamente desproporcionada a la pérdida -sabemos perfectamente cuál es el precio medio de las mujeres-, he tenido que llamar a un buen abogado para que me defendiese contra aquellos explotadores de cadáveres.
La Egolatría
«La nueva y definitiva religión que yo propongo a los hombres es la Egolatría. Cada uno se adorará a sí mismo, cada uno tendrá su dios personal: él mismo».
Visita a Einstein
Esta fórmula, traducida al lenguaje vulgar, diría poco más o menos así: «Algo se mueve.» Estas tres palabras son la síntesis última del pensamiento humano.
Visita a Freud
«Literato por instinto y médico a la fuerza, concebí la idea de transformar una rama de la medicina -la psiquiatría- en literatura».
La nueva escultura
Pero el otro día me dejé tentar por un escultor checoslovaco, jovencísimo, desconocido, albino, que se llama Matiegka.
-Venga -me dijo-. Verá lo que no podrá ver en ningún museo, en ninguna exposición del mundo. He creado, después de miles de años, una escultura nueva, no realizada jamás por nadie.
Contra el cielo
Me aburre el cielo. Algunos momentos, incluso, me hace sufrir.
Diversiones
Las diversiones que me ofrece el mundo conducen a la imbecilidad o a la locura, al tedio o a la muerte. No quiero saber nada de ellas. Debo encontrar por mí o en mí un nuevo placer, una alegría inédita. ¿Lo conseguiré?
El teatro sin actores
«Una imitación, aunque sea genial, no podrá sustituir nunca a la realidad. El que hace un papel en la vida debe ser también llamado a representarlo en el teatro. Si tengo necesidad de un general, llamaré a un general retirado o degradado, o por lo menos a un coronel; si se quiere un pope en escena, no será difícil encontrarlos a puñados; y lo mismo se puede decir de los comerciantes, de los gentileshombres y de los labriegos. Pero como sería difícil procurarse reyes y emperadores, desterraría de mi repertorio todas las obras donde figurasen personajes coronados. Hamlet, por ejemplo, no perderá nada de su profundidad si, en vez de desarrollarse en la Corte de Dinamarca, fuese transportado a una villa de grandes aristócratas».
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1 comentario:

Ar Lor dijo...

"Empujamos "nuestras" rocas, aquellos que tienen suerte, no las llevan a la pirámide".
Es posible que "alguien", ahí fuera, "nos mire de pie junto a la ventana, sin tomar ninguna decisión".
Un saludo, Caín